sin que suene ridículo
que necesito que me eches de menos,
para no echarme de más.
Porque acostumbré a sentirme títere
a manos de un esquizofrénico,
y ahora que no conozco otro camino,
me niego a que sueltes las cuerdas.
Que es una cuestión de amor propio;
dejarme matar en tu recuerdo,
es morir donde únicamente sigo viva.
Que pretendo deshacerme
este nudo de la garganta,
pero quiero enredártelo a ti.
Y esta noche,
que ni sé hacer que me recuerdes,
ni me recuerdo ya sin ti,
me duele por primera vez este egoísmo,
y este absurdo afán por imponerme.
Culpa mía, ¿verdad?