Te busqué cada noche a las doce,
y cada día las veinticuatro.
En el café de las cinco,
en el cigarro de las siete.
en el redil de mis instintos,
en lo más ridículo de mi memoria.
De veras,
escarbé en cada rincón.
Pero como ni te encontré,
ni tú andabas queriendo encontrarme,
me limité a tergiversar los factores.
Busqué tus labios en otras caras,
y tu mirada en los ojos equivocados.
Te busqué tanto,
que tan solo encontré
el infierno más palpable
bajo una ausencia,
si quieres te lo enseño.