viernes, 2 de diciembre de 2016

Re-cordis

que mirarte a los ojos
quizás no fue una casualidad,
quizás fue un hecatombe previsto
donde la mortandad siempre estuvo asegurada.

quizás no era tan imprevisible
que cualquier noche de invierno,
fueses tú quién pusiese precio a mi hambre.

y quizás no entender mis fracasos
no debería haberme atado a ellos.

porque a veces parecen salir a flote,
y es cuando vuelvo a quererte.

pero no es por ti, de verdad.

es por mí, que te trazo a mi antojo,
que ya tan sólo te recuerdo como nunca fuiste,
y dibujo pequeños ápices de lo que hubiera querido que fueras.


ya lo dijo Benedetti,
espero curarme de ti,


y tristemente,
a estas alturas,
eso sí que es un fracaso.

martes, 14 de junio de 2016


Te busqué cada noche a las doce,
y cada día las veinticuatro.

En el café de las cinco,
en el cigarro de las siete.

Busqué tu reflejo en una copa,
en el redil de mis instintos,
en lo más ridículo de mi memoria.

De veras,
escarbé en cada rincón.

Pero como ni te encontré,
ni tú andabas queriendo encontrarme,
me limité a tergiversar los factores.

Busqué tus labios en otras caras,
y tu mirada en los ojos equivocados.

Te busqué tanto,
que tan solo encontré
el infierno más palpable
bajo una ausencia,


                si quieres te lo enseño.

domingo, 3 de abril de 2016

09

No sé cómo explicarte
sin que suene ridículo
que necesito que me eches de menos,
para no echarme de más.

Porque acostumbré a sentirme títere
a manos de un esquizofrénico,
y ahora que no conozco otro camino,
me niego a que sueltes las cuerdas.

No lo entenderías.

Que es una cuestión de amor propio;
dejarme matar en tu recuerdo,
es morir donde únicamente sigo viva.

Que pretendo deshacerme
este nudo de la garganta,
pero quiero enredártelo a ti.

Y esta noche,
que ni sé hacer que me recuerdes,
ni me recuerdo ya sin ti,
me duele por primera vez este egoísmo,
y este absurdo afán por imponerme.

Culpa mía, ¿verdad?

martes, 9 de febrero de 2016

Ayer brindé por lo penoso de caminar
para imaginarme al unísono de tus latidos,
por el desgaste emocional
que conlleva este constante intento de olvido,
y por nosotros.

Por nuestra burda película,
aquella que ni pasa del replay,
ni admite un pausa.

Brindé por tu boca ya tan ajena a la mía,
y por la atroz rutina
de encontrar tu mirada en ojos ajenos.

Ayer brindé,
y me estalló la copa
entre las manos.

Porque ya no sé como explicarte
que estoy peinada por el fracaso,
que he aprendido a llorar con la sonrisa,
y que resucito cinco veces al día por costumbre.

Porque no me quedan palabras,
o me niego a encontrarlas,
para explicarte
que ya nada me llena,
y ya no lleno nada.